Con la evolución de la técnica, las pistas y el material deportivo, el juego de fondo ha alcanzado una enorme popularidad, al tiempo que otras formas de entender el tenis han perdido interés y están en vías de extinción. Uno de esos ‘olvidados’ es el saque y volea de tenis. Leyendas como John McEnroe, Boris Becker o Stefan Edberg basaron su estilo de juego en este recurso.
Entre 1920 y 2000 los jugadores de fondo de pista convivieron con los ‘saque-voleadores’. Pero este choque de estilos (Borg contra McEnroe, Agassi contra Sampras, etcétera) se diluyó durante el cambio de siglo, pues la técnica del saque y volea en el tenis perdió el favor de las nuevas raquetas del circuito por una confluencia de factores.
¿Qué es y cómo se realiza el saque y volea en tenis?
El saque y volea, o serve-and-volley, es un estilo de juego ofensivo que permite cerrar el punto en dos movimientos o acciones. El jugador en posesión del saque efectúa un servicio, sube a la red a toda velocidad y finaliza con una volea de derecha en tenis o de revés.
En esta estrategia intervienen, por tanto, dos golpes de tenis diferentes: el servicio, generalmente potente para complicar el resto al oponente, y un remate veloz y sorpresivo antes de que la bola toque el suelo, es decir, una volea. Con excepciones, el ‘saque-voleador’ es un jugador explosivo en sus desplazamientos y contundente en sus ataques cerca de la red, que busca sin cesar como los ajedrecistas al intentar ocupar el centro del tablero.
Correctamente ejecutado, el saque y volea presenta un alto porcentaje de éxito. Para tenistas lastrados por un pobre juego de fondo, esta técnica puede compensar estas carencias, si bien depender demasiado de la volea nos hace predecibles a ojos del rival.
Como otros patrones de juego en el tenis, se adapta mejor a superficies de césped y de pista dura o sintética que a pistas de arcilla, donde presenta más perjuicios que beneficios. No hay que olvidar que cualquier error durante el saque podría desencadenar una rotura de servicio, fatal para las aspiraciones a la victoria en enfrentamientos igualados.
Además, combinar un saque y un golpe de volea en tenis no garantiza el éxito. Medvedev, Alcaraz y otros restadores avezados saben contrarrestar esta jugada con bolas defensivas a los pies y otras zonas comprometedoras para el servidor.
¿Por qué el saque-volea está en vías de extinción?
La década de los sesenta marcó el cenit del saque y volea, utilizado por los tenistas más dominadores de la época —Rod Laver, Arthur Ashe, John Newcombe y Roy Emerson—, antes de desaparecer poco a poco de las pistas y convertirse finalmente en una rara avis.
«El tenis de saque y volea es un arte perdido. Nadie lo está haciendo realmente. […] Ahora todo el mundo juega de la misma manera», afirmó el estadounidense Pete Sampras en 2014. Una de las razones de este declive es la menor presencia del césped en la ATP y la WTA, donde solo uno de los cuatro Grand Slam se disputa sobre esta superficie (Wimbledon). Tanto el reglamento como el material deportivo han acentuado la ralentización del juego en pro del espectáculo.
Otra explicación reside en las bolas y raquetas de nueva generación, que permiten imprimir una mayor fuerza y efecto a los golpeos. La evolución de los cordajes, primero de tripa natural y después de un mix de kevlar y tripa, ha contribuido a mejorar la eficacia del juego.
No obstante, el propio Sampras desmiente esta teoría. «La gente dice que es más difícil hacerlo por la tecnología de las raquetas. Pero creo que la tecnología me ayudaría […] Si usara las raquetas que Rafa está utilizando, es más fácil servir, más fácil rematar. Podía servir más duro, más largo. Hubiera sido más fácil», aseguró el ‘rey del swing’, ganador de catorce Grand Slam.
Sean cuales sean las causas de su abandono, el saque y volea de revés en tenis no ha desaparecido del todo de las pistas. Aún quedan ‘románticos’ que siguen utilizando este recurso, como el checo Radek Stepanek, los franceses Gaël Monfils y Michael Llodra, el ruso Daniil Medvedev o los españoles Carlos Alcaraz y Feliciano López. Como manifestó el toledano en una entrevista al diario Relevo, «poco a poco se ha ido muriendo ese estilo de juego que a mí me gusta».