El juego con paredes es una seña de identidad del pádel, y saber coordinarse con este quinto «jugador» forma parte de las dificultades intrínsecas que afrontan los practicantes de este deporte. De todos los golpes que se benefician de este elemento físico, la salida de pared en pádel es sin duda el más interesante.
La salida de pared interviene en las principales fases del juego: el ataque, el contragolpe y la defensa. Junto con la doble pared y la contrapared, es un recurso valioso, atractivo y de escaso riesgo que demuestra la importancia de la pared de fondo y las laterales en el desarrollo del partido.
¿Qué es la salida de pared?, ¿cuándo se utiliza en pádel?
La técnica de la salida de pared en pádel se produce cuando la pelota, tras rebotar en la pared de fondo o la lateral, es interceptada por el jugador y enviada al otro lado de la red. Lejos de ser un recurso desesperado, se trata de una maniobrada intencionada, pues el jugador permite que la bola supere su posición, para conectarla de forma más cómoda.
Como otros golpes de pared, se utiliza sobre todo para contrarrestar un globo, ataque que sobrepasa al jugador y le obliga a seguir la pelota hasta el fondo de la pista. Como el rebote suele efectuarse en un punto elevado de la pared, se dispone de tiempo suficiente para armar el golpe desde un punto cercano a este elemento (de ahí que reciba el nombre de salida de pared).
¿Cómo hacer la salida de pared en pádel?
El jugador adoptará una posición lateral, con las piernas ligeramente flexionadas y descargando el peso sobre la pierna más próxima a la pared de fondo. A medida que la pelota se aproxime a su posición, situará la pala a la altura del pecho y echará un rápido vistazo a los movimientos del rival, que normalmente dará una información valiosa sobre sus intenciones.
Cuando la pelota supere al jugador, y sin perderla de vista, comenzará a armar el golpe (la pala sobre la cabeza, con el canto en dirección a la pared) y a desplazarse lateralmente, para asegurarse un posicionamiento óptimo que le permita impactar con el punto dulce de la pala.
Como tal, la salida de pared de revés o de derecha se efectúa con el timming adecuado, es decir, cuando la pelota empieza a descender tras rebotar en la pared y se encuentre a una altura idónea para conectarla, acompañándola siguiendo el swing. Durante la terminación, el peso del cuerpo se descarga sobre la pierna adelantada y se completa el movimiento de la pala hacia el hombro contrario, como quien se ajusta una bufanda.
La potencia y dirección del golpeo dependerán de las intenciones del jugador, a saber: (1) enviarla al centro con fuerza o (2) dirigirla a las paredes laterales con suavidad. La primera opción, más conocida como bajada de pared, es oportuna cuando la bola efectúa un bote prolongado, alcanzando una altura suficiente para habilitar un remate en picado, con agresividad y en dirección a la «zona pantano» (denominada también «tierra de nadie» en cualquier tipo de pista de pádel).
Por su parte, la salida de pared lateral en pádel implica un golpeo débil hacia una de las paredes laterales, en busca de un bote «muerto» que incomode a la pareja rival y le obligue a improvisar una devolución desesperada. Es un recurso inteligente y eficaz en la mayoría de las situaciones, siempre y cuando los oponentes no sean capaces de leer la intención.
En definitiva, la salida de pared permite mantener el control del juego y recuperar la iniciativa del mismo, en caso de haber adoptado una posición defensiva. Su correcta ejecución requiere confianza, precisión y destreza en el uso de las paredes, que son un aliado para el padelista experimentado y una pesadilla para el aprendiz, por la dificultad para percibir el bote y efecto de la pelota.