De Acapulco y Marbella al resto del mundo: el nacimiento del pádel es una hazaña compartida entre un entusiasta del frontón (Enrique Corcuera) y un promotor inmobiliario (Alfonso de Hohenlohe). De raíces mexicanas y tallo español, el llamado «paddle-tenis» comenzó su andadura en los años sesenta y hoy supera los 30 millones de jugadores en todo el mundo, según la Federación Internacional de Padel (FIP).
Décadas antes del origen del pádel en España, una versión primitiva de este deporte surgió en el complejo turístico de Las Brisas. Impulsado por un déficit de espacio, el acapulcano Enrique Corcuera inventó esta mezcla de tenis y pelota vasca o squash en una pista de 10 metros de ancho por 20 de largo.
Ante la imposibilidad de controlar la maleza, Corcuera adoptó una medida drástica pero revolucionaria: la instalación de paredes de cemento en el lateral y el fondo de la pista. Este perímetro contuvo no solo la vegetación, sino también la pelota, que regresaba al terreno de juego conservando parte de su energía cinética.
Inicialmente, se respetaron las normas del deporte blanco, pero el inventor del pádel descubrió que el uso de las paredes imprimía una continuidad y dinamismo inéditos al juego. Sin pretenderlo, las características del squash se empezaron a fundir con las del tenis, dando inicio a la historia del pádel.
Como anécdota, las primeras palas eran pequeñas y de madera. Enrique Corcuera renunció a utilizar las raquetas convencionales porque aplicaban demasiada fuerza a la bola. Aunque el país azteca es donde se inventó el pádel, su boom de popularidad se produjo al otro lado del océano Atlántico, en la Costa del Sol española.
El «paddle-tenis» aterriza en Marbella y comienza su expansión europea
Fue en 1974 cuando el emprendedor y príncipe Alfonso de Hohenlohe, amigo íntimo de Corcuera, decidió introducir el «paddle-tenis» o «paddle-corquera» —como se lo conocía por entonces— en el Hotel Marbella Club. Esta primera pista de pádel en España sustituía las paredes por vallas similares a las actuales.
«Aquí nació el pádel tenis en 1974 con la primera pista construida por el príncipe Alfonso de Hohenlohe», indica una placa en el resort malagueño. Este noble hispano-alemán quedó fascinado con el deporte inventado por Corcuera, y no dudó en importarlo a la Península, donde comenzó su expansión al resto de Europa, calando sobre todo en Italia y Suiza, sin duda uno de los datos más reveladores del pádel.
La década de los 80-90 marca un punto de inflexión para el pádel gracias al respaldo social y político y el interés por reglarlo y profesionalizarlo a imagen del tenis. En este momento dulce, cuando se le considera el deporte de moda, cristalizan dos iniciativas que serían clave para su futuro: la Asociación Española de Pádel en 1985 (hoy Federación Española de Pádel) y la FIP en 1991.
Con el vasco Julio Alegría Artiach en la presidencia, la Federación Internacional de Pádel organizó con éxito los primeros torneos disputados de alcance global. Su objetivo fundacional se mantiene intacto: «Fomentar el crecimiento y el desarrollo del deporte del pádel para todos y a escala mundial, […] tanto para hombres y mujeres sanos como discapacitados».
Además de Hohenlohe, quien puso de moda el pádel en España, el primer reglamento fue redactado por su esposa y miss argentina de 1968, Viviana Dellavedova. Este documento contiene una aproximación de las reglas de saque, las faltas, la puntuación, etcétera.
Al Hotel Marbella Club también acudían numerosos argentinos, asiduos al polo, que cambiaron el deporte ecuestre por el pádel. Uno de ellos, el empresario Julio Menditeguy, fue un paso más allá y, siguiendo el ejemplo de Hohenlohe, importó a su país aquel novedoso juego, llamado a causar furor en América Latina.
En la actualidad, la ‘fiebre’ del pádel ha trascendido las fronteras de México, España y Argentina, por más que estos mercados sean líderes en federados, audiencia y pistas disponibles. A distancia les siguen Italia, Suecia, Brasil, Holanda, Chile, Francia, Paraguay, Bélgica, Dinamarca, Portugal, Finlandia y Alemania, entre otros. Es admirable que un deporte nacido de la amistad hispano-mexicana haya calado tanto y conquistado a tantos en medio siglo de historia.