En el circuito profesional tanto como en el amateur se advierte que muchos jugadores compiten con una pieza diminuta en sus raquetas. Los antivibradores de tenis no son un adorno ni una moda pasajera. Su utilización se remonta a 1964, cuando el francés René Lacoste los introdujo en el deporte en que hoy son más cuestionados y debatidos. ¿Realmente cumplen su función o aportan un simple efecto placebo? ¿Disminuyen el riesgo de sufrir lesiones de codo?
Aunque una parte de la comunidad tenística se formule la ‘gran’ pregunta —antivibrador de tenis, ¿sí o no?—, las principales raquetas del ATP y el WTA no abrigan dudas sobre su utilidad. No es difícil observar este accesorio en Wimbledon, Roland Garros, US Open y otros grand slams, así como en los Futures y otros viveros de nuevas promesas.
El antivibrador de raqueta de tenis se identifica con un accesorio de goma, silicona u otros polímeros elásticos que absorbe las vibraciones derivadas del golpeo de la pelota. Se fabrica con unas muescas laterales para permitir su colocación en el marco de la raqueta, y su diseño varía en forma, tamaño y prestaciones. Mientras que los antivibradores de botón son fáciles de instalar y cumplen su cometido, los alargados pueden atenuar el sonido característico del raquetazo si el jugador lo desea.
Este dispositivo, también denominado vibra killers, no aporta una ventaja competitiva y su función puede suplirse con una simple goma elástica, como demostró el estadounidense Andre Agassi. Es importante entender para qué sirven los antivibradores, pues una falsa creencia sugiere que este producto disminuye la incidencia de la epicondilitis lateral y otras lesiones comunes en este deporte.
La utilidad real del antivibrador de tenis: adiós a las vibraciones y ¿también a las lesiones?
La velocidad media del segundo servicio es de 150 km/h en el tenis masculino y de 133 en el femenino. Durante el Mutua Madrid Open de 2023, Carlos Alcaraz logró impulsar la pelota a más de 225 km/h, mientras que el australiano Samuel Groth posee el saque más rápido de la historia, con 263 km/h. Estos golpes estratosféricos generan altísimas vibraciones en el cordaje y el marco de la raqueta que se comunican a la muñeca y al resto del brazo, fenómeno molesto para una parte de los jugadores.
Inmediatamente después del golpeo, la raqueta vibra a intensidades de 100 a 200 hercios, que el jugador percibe a través del oído y el tacto. A muchos les entusiasma este efecto, tan incómodo para otros. Amortiguar la vibración y el sonido es la ventaja de los antivibradores de tenis, que en modo alguno afectan al rendimiento deportivo, objetivamente al menos.
La influencia de la psicología en tenis va más allá de los rituales que Rafael Nadal y otros tenistas profesionales mantienen a ultranza. El equipamiento deportivo también entra en juego, nunca mejor dicho. Los antivibradores pueden transmitir una sensación de confianza, una suerte de efecto placebo que afecte a su competitividad en pista. Sin embargo, no existen estudios que vinculen el uso de antivibradores con un mayor rendimiento del tenista
Ahora bien, el uso de antivibrador en las raquetas ¿reduce las sobrecargas musculares? La respuesta es no. ¿Preserva el cordaje y otros elementos de la raqueta? La respuesta es no. ¿Disminuye la probabilidad de sufrir lesiones en la muñeca, el antebrazo o el codo de tenista? La respuesta, una vez más, es no. Contrariamente a una opinión extendida, los antivibradores cumplen una sola función: atenuar las vibraciones causadas por el impacto de la bola.
Para la youtuber especializada en tenis, Sara Nogark, «no está demostrado que el uso de un antivibrador reduzca la probabilidad de lesión del codo de tenista». Como señala en un vídeo sobre la utilidad o no del antivibrador en tenis, «Federer no lleva antivibrador y no tiene ninguna lesión de brazo; en cambio, Nadal usa antivibrador y lleva usándolo durante bastante tiempo y, por contra, sí que tiene lesiones»
Aunque las vibraciones en sí pueden entrañar riesgos para la salud, la actividad tenística genera una cantidad mínima de forma explosiva, no suponiendo una amenaza para la salud humana. Por ampliar el marco de referencia, la exposición a las vibraciones mecánicas sí constituye un peligro en el sector minero, donde los operarios de retroexcavadoras y dúmpers están sometidos a oscilaciones altas y prolongadas en el tiempo.